Cuando Hugo Martin describió la filosofía central de Doom: The Dark Ages como "stand and fight" ("mantente y lucha") durante el Developer Direct de Xbox, captó mi atención al instante. Este alejamiento de la filosofía de movimiento constante de Doom Eternal me recordó al enemigo más polarizante de Eternal: el Marauder. Como alguien que genuinamente disfruta batallar contra estos formidables enemigos, reconocer los distintivos indicadores verdes de ataques en Dark Ages me convenció de inmediato de la evolución del combate del juego.
Una Filosofía de Combate Renacida
The Dark Ages no resucita al Marauder tal cual, aunque el Agaddon Hunter comparte algunas similitudes. En cambio, id Software ha destilado lo que hizo que esos encuentros fueran interesantes y lo ha incorporado en el tejido de cada batalla. El resultado mantiene la intensidad de los enfrentamientos al estilo Marauder, pero sin los picos de dificultad divisivos.
El Marauder funcionaba de manera diferente a todo lo demás en Eternal. Mientras que el combate normal te hacía orbitar las arenas como una luna depredadora, estos encuentros transformaban el juego en un tango letal. Demasiado cerca significaba devastación con escopeta; demasiado lejos resultaba en proyectiles sin fin. La zona dorada te obligaba a esperar esa ventana crítica de ojos verdes, un momento de perfecta vulnerabilidad.
El Lenguaje del Combate
Dark Ages habla el mismo lenguaje visual y, en este caso, literalmente. Esas señales verdes familiares ahora aparecen a lo largo del combate, aunque incorporadas de manera más orgánica. Los ataques parables varían drásticamente entre enemigos: las vallas de energía del Mancubus difieren de las redes de proyectiles del Vagary y las oleadas de cráneos del Revenant.
Donde Eternal requería repensar los fundamentos del combate a mitad del juego, Dark Ages enseña este estilo reactivo desde el principio. El escudo, con su temporización más generosa, reduce las demandas de ejecución, permitiendo a los jugadores centrarse en el posicionamiento y la lectura de patrones enemigos en lugar de reacciones con precisión de fotogramas.
El Refinado Baile de Combate
Lo brillante está en cómo Dark Ages transforma los enfrentamientos momentáneos en una filosofía central de combate, sin alterar el ritmo característico de la saga. Cada encuentro con un demonio se convierte en un microduelo propio: una serie de encuentros controlados que mantienen la profundidad estratégica de Eternal, pero suavizando sus curvas de dificultad brutales.
En última instancia, Dark Ages resuelve el problema central del Marauder: no su diseño exigente, sino su aislamiento del resto del lenguaje de combate de Eternal. Aquí, ese enfoque disciplinado impregna cada encuentro sin agotar al jugador. Todavía te mantendrás y lucharás, solo que contra un elenco completo de enemigos dignos de recordar.